en la estación
después de haber viajado
con el hocico entre bolsos ajenos
y la sensación de estar
en un tren en la India.
Contamos tres foquitos en el andén,
caminamos y nos preguntamos cuál
será la entrada de los visitantes
la de reservistas o la otra.
Las calles no tienen carteles
y sólo nos guían esas
cuatro torres enormes
que iluminan el estadio
y los alrededores.
Y que a mi entender,
le están robando la luz
al resto del barrio.
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