Sentada sobre la cama
miro el piso de mi cuarto.
Sobre el parquet,
una fila de hormigas serviciales
se lleva las migas del desayuno.
El sol entre las persianas
les alumbra el camino
y a mí me fracciona en franjas
amarillas.
Mirándolas me olvido que
estaba a punto de
ir al baño.
Igual, ahora es distinto.
Si me levantase,
dispersaría
la caravana
y con ella el orden prolijo
de esa sociedad avanzada.
Por eso
lo mejor va a ser volver a
acostarme y esperar
a que termine el desfile.
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